Enriquecimiento para el catequista

El catequista y la catequesis hoy

By D. Min. Carole Eipers
D. Min. Carole  Eipers

"Cuál es tu prisa?" Esta pregunta puede parecer tan extraña como el recuerdo del punto de aguja de otros tiempos. Es más probable en el mundo de hoy que se nos hable de poner en marcha, de empujar, de hacerlo aceleradamente. Café instantáneo, comida calentada o cocinada en el microondas, pizza ordenada en media hora y las comunicaciones instantáneas, acentúan la importancia de la rapidez en que vivimos. El hacer las cosas rápido parece ser más importante que la calidad de lo que se hace.

La fe crece lentamente. El Directorio General para la Catequesis nos recuerda que la catequesis "Está dispuesta por grados". (88) ¿Cómo puede un catequista honrar al tiempo necesario para la catequesis en un mundo determinado por la rapidez?

Primero, necesitamos reconocer qué es lo que estamos haciendo en la catequesis. ". . . el fin definitivo de la catequesis es poner a uno no sólo en contacto sino en comunión, en intimidad con Jesucristo" (Catechesi Tradendae 5).

La catequesis es gradual porque es hoy, como siempre lo ha sido, un proceso que desarrolla nuestra relación con Jesucristo y por él, con el Padre y el Espíritu Santo, y con la comunidad de fe que es la Iglesia.

Segundo, tenemos que conservar la perspectiva que abraza todas las dimensiones de la fe, y las tareas de esas dimensiones prescriben: conocimiento de la fe, educación litúrgica, formación moral, oración, vida comunitaria e iniciación misionera (Directorio General para la Catequesis, 85-87). Cada una de estas dimensiones de la catequesis toma tiempo—en la fe de nosotros y en la de los niños a quienes catequizamos.

¿Para qué te hizo Dios? Preguntaba el catecismo de los años cincuentas. Y contestaba: "Dios nos hizo para conocerlo, amarlo y servirlo en esta vida y ser feliz con él en la otra". La catequesis sigue siendo eso hoy. La fe vale el tiempo que toma porque nos conduce a la eternidad. "¿Cuál es tu prisa?"

Forma de Implementar

En el grupo

- El dicho "No puedes dar lo que no tienes" es ciertamente válido para la catequesis. Preparar tus lecciones cuidadosamente significa revisar, aprender, y revitalizar la fe que queremos compartir. Al hacer una buena preparación nos estamos proyectando en los niños que catequizamos, en sus vidas y necesidades para poder relacionar más efectivamente el mensaje de fe con ellos. Sabiendo que la fe es un regalo de Dios y un trabajo del Espíritu, nuestra preparación necesariamente incluye la oración.

- La catequesis no es algo que sucede sólo mientras dura la sesión. Los niños son también formados por sus familias y por la comunidad parroquial. Encontrarse con los educadores religiosos de los niños, sus padres / guardianes. Compartir las esperanzas y apoyarlos. Ofrecer recursos y asistirlos en el cumplimiento de sus responsabilidades como primeros formadores de la fe. Identificar formas que ayuden al niño para que pueda conocer a la gente de la parroquia.

- Para poder conectar a Jesús y su mensaje con la vida del niño, tenemos que conocer lo que el niño está viviendo. Salude a cada niño cuando esté entrando, y trate de ser sensible a sus sentimientos y a sus estados de ánimo. La fe que nunca cambia la promesa del amor de Dios ha de hablar a los niños desde su realidad actual.

- A medida que la lección se desarrolla, escuche a los niños. ¿Se están comprometiendo? ¿Están interesados? ¿Se nota que están aprendiendo? Si no, ¿Cómo la discusión o la actividad puede cambiarse para que les ayude a crecer en la fe? Deles tiempo para preguntar, compartir, contestar, hasta que la fe sea parte de su vida.

- La fe exige una respuesta. Al final de cada lección envíe a los niños en misión.

- Invite a los estudiantes a hacer una línea de tiempo "creciendo en la fe". Empiece con el Bautismo y otros sacramentos. Añada eventos específicos o formas en que han crecido: oración, tiempo de gozo y tristeza, obras buenas y sus clases Creemos/We Believe.

En la casa

Haga clic aquí para la Liturgia de la semana y comparta sus ideas sobre una de las lecturas. Después de la misa, compare el mensaje de la homilía y lo que ustedes conversaron sobre las lecturas.